Claves para entender lo que la 4ª Revolución Industrial traerá consigo
El miedo que genera no saber el impacto que tendrá un cambio, especialmente en términos de empleo, genera una cierta resistencia que limita la adaptación al mismo y, por tanto, su potencial avance. Esto es lo que está pasando con las tecnologías que hoy día están llegando a las empresas para impulsar sus procesos, productividad y eficiencia, así como la competitividad del negocio.
De este modo, los trabajadores miran con recelo el impacto que la automatización supondrá para su puesto de trabajo, temiendo así que se cumplan algunas de las predicciones que algunos estudios hacen respecto a la destrucción de empleo. Es el caso del Foro Económico Mundial que, a principios de este año, estimaba las pérdidas en 75 millones para 2025, aunque también anticipaba la creación de 133 millones, fruto del desarrollo tecnológico.
Lo cierto es que, independientemente del volumen, la introducción de sistemas basados en la inteligencia artificial ya está impactando en muchos sectores y lo seguirá haciendo en la medida en que su implementación crezca. Sobre si las consecuencias serán más positivas que negativas, la historia ha demostrado que la clave está en la capacidad que el entorno y todos los agentes implicados tengan a la hora de adaptarse a los cambios. Así lo han demostrado hasta las tres últimas revoluciones industriales que, si bien supusieron un punto de inflexión para la economía del momento, también implicaron un revulsivo y una garantía de competitividad, tal y como apunta Pedro Gargantilla, médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación, en un artículo publicado por el diario ABC.
Según el experto, mientras que la primera de ellas, relacionada con la mecanización industrial, trajo consigo nuevas facilidades comerciales gracias a la introducción de sistemas de producción mecánicos con tracción hidráulica y de vapor; la segunda supuso el nacimiento de la industria química, la automovilística y la eléctrica, y la tercera, la aparición de la manufactura en masa.
Es por ello que, Gargantilla, dice que la también llamada ‘Revolución industrial 4.0’ traerá consigo avances que, una vez asimilados y con sus necesidades resueltas (muchas de ellas ligadas a la formación y adopción de una forma de pensar más estratégica y visionaria), permitirán reconfigurar una vez más el contexto empresarial.
No obstante, reconoce que “la realidad virtual, la robótica, la inteligencia artificial y la automatización nos llevan por la senda de la innovación a un ritmo frenético, que hace difícil su asimilación al ciudadano de a pie”. Y es que, según explica, “la cuarta generación, a diferencia de las anteriores, no está determinada por la aparición de tecnologías emergentes, sino por la transición hacia nuevos sistemas relacionados con la revolución digital”.
En esta línea, indica la existencia de tres razones que hacen pensar que la revolución 4.0 tiene su razón de ser y que no es una prolongación de la tercera: “el impacto, el alcance y la velocidad con la que se está produciendo”.
Asimismo, concluye el artículo publicado por el ABC, citando los peligros del cibermodelo, que pueden afectar a la estabilidad social y política: la reconversión del empleo actual o un cambio de paradigma que puede conllevar “una enorme desigualdad económica, que afectará a la seguridad geopolítica y hará tambalear las líneas rojas, hasta ahora infranqueables, de la ética”.
De ahí que uno de los pasos a dar sea la de propiciar un sistema que garantice la permanencia de las personas y su plena implicación en los procesos que se están llevando a cabo, primero, para facilitarles la comprensión de los mismo y, segundo, para repensar qué pueden las capacidades humanas aportar.
Fuente: ABC
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